LA PEDAGOGIA DE LA FE

Prof. Silvio Cajiao, S.I.

Bogotá

 

Nos dice Juan Pablo II en el No. 58 de la Catechesi tradendae: "Pues bien, también hay una pedagogía de la fe y nunca se ponderará bastante lo que ésta puede hacer a favor de la catequesis. En efecto, es cosa normal adaptar, en beneficio de la educación en la fe, las técnicas perfeccionadas y comprobadas de la educación en general. Sin embargo es importante tener en cuenta en todo momento la originalidad fundamental de la fe. Cuando se habla de pedagogía de la fe, no se trata de transmitir un saber humano, aún el más elevado; se trata de comunicar en su integridad la Revelación de Dios" y a continuación dentro del mismo número nos dice cómo Dios mismo "se sirvió de una pedagogía que debe seguir siendo el modelo de la pedagogía de la fe".

Esto quiere decir que a algo tan original como don de Dios que es la fe, ha de corresponder algo también muy original como es la pedagogía en la cual Dios es un modelo. żY qué nos enseña esa divina pedagogía? Ante todo que parte de la realidad de los seres humanos para interpelarlos en su situación. Se realiza en un diálogo en el que Dios mismo toma la iniciativa. Es una invitación a los seres humanos a seguir un estilo de vida y los que la aceptan corren el riesgo de la fe. Utiliza signos en los cuales los hombres aprenden a leer el mensaje de Dios. Su corazón es la pedagogía del amor que promueve al hombre para una fraternidad y liberación de toda esclavitud y alineación. Tiene como centro a Jesucristo y pasa necesariamente por la experiencia comunitaria integrando el anuncio de la Buena Nueva de la salvación a una fe que se celebra y se testimonia haciéndose servidora.

O sea que el referente de esta pedagogía está en la revelación de Dios al hombre que tiene como centro el anuncio de Jesucristo en donde la realidad humana y divina se encuentran como en un diálogo pero inserto en la historia humana, que cuando es aceptada y hace contacto con ella mediante la experiencia viva, entonces transforma la existencia y necesariamente remite a la comunidad eclesial ya que Jesús es referente de un Dios comunidad de amor, de aquí que todos los bautizados participen del llamado a la santidad y de la responsabilidad de difundir tal mensaje en todas las formas posibles.

En un mundo moderno en donde la función educativa ha enfatizado la dimensión racional del hombre y donde la dimensión del sentimiento y de la admiración ante la percepción del misterio ha sido arrinconada por considerarla mítica e inválida, nos confrontamos hoy con el otro contra fenómeno cultural de la así llamada post-modernidad en donde los énfasis son los contrarios, percepción de los sentidos, divinización de la totalidad, revalorización de un mundo interior y esotérico. De ahí que se haga tanto más urgente la propuesta de una pedagogía de la fe que confronte sí con la experiencia y la historia pues Dios se reveló en ella, pero que nos abra necesariamente a la captación del sentido razonable de la misma para poderle dar a las nuevas generaciones motivos para seguir esperando. O como lo dijera Pablo es necesario "dar razón de nuestra esperanza".