Prof. Julian Porteous – Sydney - El directorio General para la Catequesis

 

El Directorio General para la Catequesis (1997) (una revisión del Directorio Catequético General de 1971) es fruto del Concilio Vaticano II así como un síntesis de su orientación teológica y pastoral: Dei Verbum centró toda la actividad catequética en la Palabra de Dios; Sacrosanctum Concilium situó la formación de una fe de vida en el catecumenado; Lumen Gentium explicó que el fruto de la catequesis es la Iglesia en tanto que tiene ‘ la naturaleza de un Sacramento,’ y que vive ‘su misión como continuación visible y actual de la pedagogía del Padre y del Hijo’, por cuya razón ‘la comunidad cristiana es en si misma una catequesis de vida;’ Gaudium et Spes reconoció que la orientación fundamental de la catequesis en los distintos lugares y tiempos de la historia humana es revelar a Jesucristo como la Revelación de la vocación más sublime del hombre.

Un cambio bien acogido si se compara el Directorio de 1971 con su revisión de 1997 ha sido la eliminación de un capítulo dedicado a la presentación de los contenidos de la fe. Esto ha sido posible gracias a la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (1992). Esto aclara la naturaleza diferente aunque complementaria que tienen ambos documentos. El Directorio sirve ahora más claramente como instrumento del Magisterio para guiar la actividad catequética de la Iglesia asegurando que se pone en marcha y se lleva a cabo sistemáticamente según unos principios teológico-pastorales fundamentales y bien definidos. El fin inmediato del Directorio es servir de complemento a los directorios catequéticos y a los catecismos locales.

El Catecismo de la Iglesia Católica ha demostrado ser una herramienta excelente para acompañar al Directorio. Un desafío permanente al que se enfrentan las Iglesias locales es el de traducir los principios del Directorio a una práctica extendida en las parroquias. Los principios que subyacen al Rito de Iniciación Cristiana para Adultos, que el Directorio reconoce como condición necesaria para que las parroquias no tengan problemas para ‘actualizar efectivamente la misión de evangelización,’ han sido organizados con precisión durante los últimos treinta años. El problema es traducir los principios en una forma de educar efectiva, sistemática y profunda a los bautizados y los no bautizados a nivel parroquial. Eso se ha conseguido con distintos grados de éxito.