Nican Mopohua

Narración original del hecho guadalupano, escrita por Antonio Valeriano (1520-1605).

Traducciónde Guillermo Ortízde Montellano (1989)

1. Aquí se relata, se pone en orden y concierto cómo, antes no acontecido, en forma maravillosa se apareció la eternamente Virgen Santa MaríaMadre de Dios, nuestra venerada soberana, allá en el Tepeyac, se da a conocer como Guadalupe.

2. Primeramente se dejó ver de un estimado individuo de la clase humilde, de nombre Juan Diego, y despuésse apareció su preciosa imagen en presencia del primer Obispo Don Fray Juan de Zumarraga.

3. Ya hacíadiez años que fue conquistada la ciudad de México, habíacesado la guerra y habíasosiego en todos los pueblos,

4. de manera que ya comenzó,ya brota . ya resplandece la creencia, la fe, el conocimiento que se tiene, de aquel por quien se vive, del verdadero Dios.

5. Entonces, en el añode mil quinientos treinta y uno, apenas a unos cuantos días del mes de diciembre, sucedió que habíaun individuo de baja categoría, muy pobre,

6. cuyo nombre era Juan Diego, segúnse dice, originario de Cuautitlán,

7. y en lo tocante a lo espiritual aúntodo allá pertenecíaa Tlaltelolco.

8. Y era sábado muy de madrugada, y veníaen pos de lo espiritual y de sus mandatos.

9. Y cuando vino al llegar junto al cerrito que tiene por nombre Tepeyac, ya esclarece;

10. oyó que de lo alto del cerrito se canta como si diversos pájaros preciosos cantaran. Callan sus gargantas y como si el cerro respondiera una y otra vez. En gran manera es gustoso, suave y agradable su canto, que supera por completo al coyoltótotl y al tzinitzcan, y a otros preciosos pájaros canoros.

11. Se detuvo Juan Diego a mirar, se dijo: ¿Acaso soy merecedor, soy digno de lo que oigo? ¿Osolamente los sueño? ¡Osolamente despierto de dormir?

12. ¿En dónde estoy? ¿En dónde me miro? ¿Acaso allá donde dijeron los viejos nuestros antepasados? ¿En la tierra de las flores, en la tierra de abundancia de los abuelos? ¿Acaso allá en la tierra celestial?

13. Estaba mirando hacia arriba del cerrito, por donde sale el sol, de donde veníael precioso canto celestial.

14. Y despuésque se suspendió el canto, y se hizo una pausa, oye que le llaman desde lo alto del cerrito, y le dicen: Juanito, Juan Dieguito.

15. Desde luego, inmediatamente, se atreve a ir hacia allá de donde es llamado. Nada le acontece a su corazón, ni cosa alguna se admira, empero bien se alegra y goza mucho, y fue a subir al cerrito, hacia allá para ver de dónde fue llamado,

16. y cuando va a alcanzar la parte superior del cerrito, vio a una noble señora que allí estaba de pié,

17. y lo llamó para que se acercara a Ella.

18. Y cuando llegó asu presencia, mucho se maravilló de cuánto sobrepasa de manera perfecta en honra y respeto;

19. su vestidura brilla y resplandece como rayos de sol.

20. Y las piedras, los riscos en los que se yergue, lanzan dardos resplandecientes,

21. como de una ajorca de jades preciosos;

22. y se muestra la tierra como resplandor de arco iris.

23. Y los mezquites y los nopales y todas las otras yerbazuelas que allí se dan, parece que sus hojas son esmeraldas, de turquesas divinas; y su ramaje, sus espinas gruesas y delgadas brillan como el oro.

24. En su presencia, se inclinó,escuchó su expresión, su palabra, sumamente agradable, muy cortés, como que atrae de modo efectivo;

25. le dice: escucha, mi hijito, Juanito, ¿adónde vas?

26. Y le respondió atentamente: Mi ama, noble señora, mi doncella, voy a llegar allá atu casa en México-Tlaltelolco, donde yo sigo lo divino que nos dan, que nos enseñan los representantes humanos de Nuestro Amo, nuestros sacerdotes.

27. A continuación, le comunica, le descubre su preciosa voluntad,

28. le dice: sábete, ten por cierto y entendido, mi hijito, que yo soy la eternamente por siempre Virgen Santa María, Madre de Dios verdadero, de aquel por quien se vive, del creador de la gente, del que está próximo y cerca, del Señor del cielo, del Señor del mundo. Bien quiero, mucho deseo que aquí me levanten mi templo,

29. allí mostrar, manifestar,

30. dar a la gente todo mi amor, mi compasión, mi auxilio, mi defensa;

31. puesto que yo soy la piadosa madre de ustedes,

32. a ti y a todos los de esta tierra, todos ustedes en conjunto,

33. y a los demásde diversas naciones de gente, mis amadores, que me invoquen, me busquen, que en mí confíen,

34. para que allí yo los escuche en su lloro, su tristeza, para que yo limpie y cure todas sus miserias, sus tormentos, sus dolores.

35. Y para que se lleve a cabo lo que pienso en mi compasiónpara la gente, ve allá ala morada de palacio del Obispo de México, y le dirásque yo te envíocomo mensajero para que manifiestes que muchísimo deseo que aquí se me haga casa, se me levante en el llano, mi templo; con detalle manifestarástodo lo que viste, lo que te maravilló ylo que escuchaste.

36. Y ten por cierto y entendido, que bien lo agradecerá ylo pagaré,

37. porque por esto te enriqueceré,te haré próspero,

38. y tendrásgran merecimiento, pues compensaré tu cansancio, tu trabajo, en ir a procurar aquello por lo que te envíode mensajero.

39. Mira que ya escuchaste, mi hijo máspequeño, lo que te he dicho; anda esfuérzate en ello.

40. Y luego, inclinándose mucho ante ella, le dijo con cortesía: Oh ama mía, oh noble señora, ya me voy para poner en obra lo que me has dicho; ahora solamente me despido de ti, yo tu pobre vasallo.

41. Desde luego bajó para poner en obra el mensaje de Ella: vino a encontrar la calzada que queda en línea recta a México.

42. En cuanto entró ala ciudad, inmediatamente fue derecho al palacio del Obispo que hacíamuy poco habíavenido, jefe de sacerdotes, cuyo nombre era D. Fray Juan de Zumárraga, sacerdote de San Francisco.

43. Y en cuanto llegó,desde luego intentó verlo; les suplicó asus criados, a los servidores que vivían con él, ser visto por él.

44. Pasó bastante tiempo, lo fueron a llamar, que ya habíaordenado el señor Obispo que entrara.

45. Y en cuanto entró luego en su presencia se arrodilló,se inclinó,en seguida manifiesta, declara lo que habíadicho la Señora del Cielo, el mensaje; y tambiénle dijo todo lo que lo hizo admirarse, lo que vio, lo que oyó.

46. Y escuchó toda la palabra de él, el mensaje, como si no lo tomara en serio.

47. Le respondí,le dijo: hijito mío, ojalá otra vez vengas, te escucharé másdespacio, veré desde la raízu origen, pensaré lo que te hizo venir, tu voluntad, tu deseo.

48. Se salió,viene triste, que de ninguna manera tuvo efecto su mensaje.

49. Luego se regresó ya casi al declinar el mismo día; luego allá fue directamente arriba del cerrito.

50. Y al llegar, la Señora noble del cielo, en el mismo lugar donde primeramente la vio, lo estaba esperando,

51. Y así en cuanto la vio, en su presencia se inclinó,se humilló,le dijo:

52. Oh mi ama, Señora, noble Señora, la máspequeñade mis hijas, mi doncella, fui allá donde me mandaste como tu mensajero, para poner por obra lo que me dijiste; aunque muy dificultosamente, entré al lugar de asiento del jefe de los sacerdotes, lo vi, expuse ante éllo que me dijiste, así como lo aconsejaste.

53. Me recibió pacientemente, y lo escuchó de buena manera; pero en lo que me respondió,así como si en su corazónno lo aceptar, no lo tuviera por cierto.

54. Me dijo: otra vez vendrás, y con másdetenimiento te escucharé;másaúnveré su origen, por qué has venid, tu deseo, tu voluntad;

55. yo bien vi así como me respondió,que duda que quieras que hagan un templo para ti aquí.Que tal vez yo nada máslo invento, que quizá no salió de tus labios.

56. Mucho te suplico, mi ama, noble Señora, mi doncellita, que ojalá alguno de los distinguidos nobles, que sea conocido, respetado y se le dé honra, sea élal que hagas que tome a su cargo y lleve su mensaje, para que sea creído.

57. Por que en verdad yo soy un humilde hombrecillo, valgo muy poco, soy despreciable, gente menuda, vasallo. Que no es lugar donde yo ande, que no es lugar donde yo pare, allí donde tu me envías de mensajero, mi Virgen estimada, la máspequeñade mis hijas, Señora, noble Señora.

58. Ojalá me perdones que yo dé pena a tu persona; que yo vaya a caer en tu disgusto, en tu enojo, Señora mi ama.

59. Le respondió la Virgen, digna de toda honra:

60. Ea pues, escucha, el máspequeñode mis hijos. Ten entendido y por cierto, que no son escasos mis servidores, mis mensajeros a quienes puedo hacer que se encarguen de mi mensaje y que se lleve a cabo mi voluntad;

61. pero es muy necesario que tú seas el que hable, y que por medio de ti se verifique, se haga mi querer, mi voluntad.

62. Y te ruego mucho, el mas pequeñode mis hijos, y te mando con rigor, que no dejes de ir otra vez mañana para ver al Obispo,

63. y en mi nombre le hagas saber y que bien hagas que escuche mi querer, mi voluntad, para que lleve a cabo, haga mi templo que pido,

64. y otra vez le diráscon empeño, de que manera, yo que soy la siempre Virgen Santa María, yo la madre de Dios, te envíoallí de mensajero.

65. Y Juan Diego le respondió yle dijo con toda reverencia: mi ama, noble Señora, mi virgencita, ojalá yo no cause angustia a tu persona, porque pondré todo mi corazónen ir ciertamente a llevar a cabo tu mensaje, porque desde luego no me detendré ni tengo por penoso el camino,

66. porque ciertamente iré,porque iré ahacer tu voluntad. Solamente que tal vez no se me escuche de buen modo, y si soy escuchado, quizá no se me crea.

67. Así pues, mañana por la tarde, a la puesta de sol, regresaré con lo que de tu mensaje me responda el Jefe de sacerdotes.

68. Por ahora, me despido de ti, la máspequeñade mis hijas, mi virgencita, Señora, noble Señora; ojalá ydescanses.

69. Inmediatamente, en el acto, se fue éla descansar a su casa.

70. Y al díasiguiente, domingo, muy de madrugada, al despejar la oscuridad, salió de su casa y se fue en derechura a Tlaltelolco, para venir a saber las cosas divinas y para que sea contada la gente. Y despuésde ver al jefe de los sacerdotes;

71. y a eso de las diez horas se aprestó,despuésde oírmisa, y de que se contó la gente y que se dispersaron los de clase baja.

72. Y él, Juan Diego, inmediatamente fue a la residencia palaciega del Jefe, el Obispo.

73. Y cuando llegó puso todo su empeñopara verlo, y mucho se le dificultó verlo otra vez;

74. se arrodilló asus pies, llora, se entristece al informar y al exponer el mensaje de la noble Señora del cielo,

75. para que quizá de una vez se crea en la embajada y en la voluntad de la eternamente Virgen, para que le hagan, para que le erijan su templo en el lugar que quiere.

76. Y el señor Obispo muchas cosas le preguntó,inquirió para cerciorarse por completo de en dónde la vio, de qué manera es. Totalmente lo relató al señor Obispo;

77. y aunque explicó muy bien cómo era, y todo lo que vio y admiró,que en todo se manifiesta ser Ella la eternamente Virgen, la reverenciada y digna de honra Madre de Nuestro Salvador, de Nuestro Señor Jesucristo,

78. empero no lo tuvo por cierto;

79. dijo que no solamente por su palabra, su pedimento, se haría, se verificaríalo que pide.

80. Que era muy necesaria alguna cosa como señal, para creer bien que lo envíade mensajero la Señora del Cielo.

81. Y al oíresto Juan Diego dijo al Obispo:

82. Señor, Jefe, ojalá veas cuálha de ser la señal que tu pides, para que inmediatamente vaya yo a pedirle a la Señora del Cielo, que me envió acá como mensajero.

83. Y como vio el Obispo que está muy seguro, que desde luego de ninguna cosa se arrepiente ni duda, lo despide.

84. Y entonces mandó aalgunas personas de su casa, en quienes confíamucho que vayan tras de él, que espíen a donde va, y a quien ve y le habla.

85. Pues así se hizo; y Juan Diego inmediatamente se vino derecho, caminó por la calzada.

86. Y los que lo seguían, allí donde sale la barranca junto al puente de madera del Tepeyac, lo perdieron; aunque en todas partes buscaron, en ningúnlugar lo vieron.

87. Así es que se regresaron no solamente muy enfadados, sino tambiénporque les estorbó,los hizo enojar;

88. cuando fueron a hablar al señor Obispo, lo inclinaron a que no lo creyera. Le dijeron que solamente lo engañacon intención, solamente le miente a sabiendas, en lo que viene a decir; o bien solamente lo soñó,solamente acababa de despertar en lo que le pide.

89. Y así deliberaron que si otra vez viniera, volviera allí,lo agarrarían y duro lo castigarían para que otra vez ya no mienta, engañe.

90. Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traíadel señor Obispo;

91. la que oída por la Señora, le dijo:

92. bien está,hijito mío, volverásaquí mañana para que lleves al Obispo la señal que te ha pedido;

93. con eso te creerá yacerca de esto ya no dudará ni de ti sospechará;

94. y sábete, hijito mío, que yo pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has impendido;

95. ¡ea! Vete ahora, que mañana aquí te espero.

96. Al díasiguiente, lunes, cuando habíade llevar Juan Diego alguna cosa como prueba, para ser creído, ya no volvió

97. porque cuando llegó asu casa, un tíosuyo que teníapor nombre Juan Bernardino, estaba aquejado de la enfermedad, el mal habíaavanzado mucho;

98. todavíafue a llamar al médico, todavíale habló de ello, pero ya no era tiempo, ya el mal habíaavanzado mucho.

99. Y todavíade noche, le rogó su tíoque muy de mañana, cuando estuviera aúnoscuro, saliera para ir a llamar allá aTlaltelolco, alguno de los sacerdote, para que venga a confesarlo, y a prepararlo,

100. pues que sentíaen su corazón, que ya era tiempo para morir, que ya no se levantaría, que ya no se aliviaría.

101. Y el martes antes d amanecer allá salió de su habitaciónJuan Diego a llamar un sacerdote allá en Tlaltelolco;

102. y cuando llegó caminando junto al cerrito Tepeyac, la pié de donde antes ha pasado, dijo:

103. si sigo derecho el camino, no sea que me vea la Señora, que como antes me detendrá para que yo lleve la señal al jefe de los Sacerdotes, así como me lo mandó mucho.

104. Ea pues nos queda nuestra pena, iré allamar al sacerdote, que el pobre de mi tíono se esté solamente esperándolo.

105. Inmediatamente rodeó el cerro subió por la cañada a la otra parte, del lado donde sale el sol, va a salir prontamente para llegar a México, que no lo detenga la Señora del cielo,

106. pensando que por allí donde rodeó no es posible que lo vea, quien está mirando bien a todas partes.

107. La vio como bajó de lo alto del cerrito, de allá hacia acá está viendo, donde antes acostumbraba verla;

108. vino al encuentro de élen la loma del cerro, viene a detenerlo, le dijo:

109. Y, élmas pequeñode mis hijos, ¿adónde vas? ¿adónde te diriges?

110. Y él¿acaso por eso se apenó un poco? ¿Oacaso tuvo vergüenza? ¿Oacaso se espantó?¿Tuvo miedo?

111. En presencia de Ella, se inclinó con humildad y reverencia, la saludó,le dijo:

112. Oh mi doncellita, la máspequeñade mis hijas, noble Señora, ojalá estéscontenta; ¿cómo te levantaste a la luz y al calor del sol? ¿Acaso estásbien de salud de tu cuerpo, oh mi señora, mi muy querida y estimada hija?

113. Voy a causar pena a tu estimada y reverenciada persona; sábete que está muy grave un servidor tuyo, mi tío;

114. una gran enfermedad se ha apoderado de él, y está por morir.

115. Y todavíairé de prisa a tu casa en México, para llamar a uno de nuestros sacerdote, que lo vaya a confesar y que lo vaya a preparar,

116. pues que nacimos para venir a esperar el trabajo de nuestra muerte.

117. Y si lo voy a hacer, luego otra vez volveré acá,para ir a llevar tu mensaje, Señora, mi doncellita.

118. Perdóname, en todo tenme confianza, que no te engañoen ello, la máspequeñade mis hijas, mi muy querida niñita, que luego mañana vendré de prisa.

119. Y así como oyó las palabras de Juan Diego, le respondió la piadosísima Virgen:

120. escucha, ten por cierto y bien entendido, el máspequeñode mis hijos, que no es nada en absoluto lo que te espantó yte angustió,no te turbe; no temas la enfermedad o angustia.

121. ¿Acaso no estoy aquí,yo que soy tu Madre? ¿Acaso no estása mi sombra y bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo tu salud? ¿Acaso no estásen mi regazo y entre mis brazos? ¿Acaso necesitas alguna otra cosa?

122. Que ninguna otra cosa te angustie, te desasosiegue, que no te angustie la enfermedad de tu tíopor que no morirá ahora de ella; ten por cierto y bien entendido que ya sanó.

123. (Y fue en ese momento cuando sanó su estimado tío, segúndespuésse supo.)

124. Y Juan Diego, así como oyó la plática de la Señora del Cielo, en gran manera por esto se consoló,quedó por esto bien tranquilo su corazón.

125. Y le rogó que cuanto antes lo enviara de mensajero, para ir a ver al Señor Obispo, y llevarle algo de señal, de muestra, para que le crea.

126. Y la Señora del Cielo inmediatamente lo mandó que subiera a lo alto del cerrito, allí donde antes la veía;

127. le dijo: sube, el máspequeñode mis hijo, a lo alto del cerrito y donde me viste y te ordené con instancia,

128. allí verástendidas diversas flores. Corta muchas, recógelas, júntala, luego baja, aquí en mi presencia tráelas.

129. Y Juan Diego desde luego subió al cerrito,

130. y al llegar a la cumbre, mucho se maravillo de todo lo que allí había, estaban brotando, estaban abriendo diversas flores preciosas de Castilla, sin ser todavíatiempo en que se dan;

131. porque ciertamente es cuando arrecia el hielo.

132. Tenían mucha fragancia, como perlas preciosas, llenas de rocíode la noche.

133. Inmediatamente comenzó acortar muchas, recogió gran cantidad, las echó en el regazo.

134. Y allí en la cumbre del cerrito, no se dan flores en absoluto, porque está llena de peñascos, abrojos, muchas espinas, nopales, mezquites;

135. y si se dan hierbecillas es el mes de diciembre en que todo se come y destruye el hielo.

136. E inmediatamente bajó hacia acá,y le trajo a la Señora del Cielo diversas flores que fue a cortar muchas;

137. y así que Ella las vio, las tomó en sus santas manos;

138. y luego de nuevo las colocó en el regazo de él. Le dijo:

139. el máspequeñode mis hijos, estas diversas flores son la prueba, la señal, que llevarásal Obispo.

140. De mi parte le dirásque vea en ellas mi voluntad, y que con ello ponga en obra mi voluntad, mi deseo.

141. Y tú eres mi mensajero, porque eres muy digno de confianza.

142. Y te mando muy estrictamente, que sólo en presencia del mismo Obispo despliegues tu manta, y muestres lo que llevas.

143. Y de manera completa le relatarás, le dirás, cómo yo te mandé que subieras a la cumbre del cerrito, para ir a cortar muchas flores, y todo lo que viste, lo que te maravilló,

144. para mover el corazóndel jefe de los sacerdotes, a fin de que luego hable, para que se haga, se erija mi templo que he pedido.

145. Y dada esa precisa orden por la Señora del Cielo, se apresuró atomar por la calzada a México, directamente, ya viene alegrándose,

146. ya siente en su corazónque saldrá con bien, que lo llevará bien.

147. Viene con mucho cuidado de lo que trae en su regazo, no sea que algo se le vaya de las manos.

148. Viene gozándose con el suave olor de las distintas hermosas flores.

149. Cuando llegó al palacio de residencia del Obispo, salieron a su encuentro el mayordomo y otros de entre los residentes del jefe de los sacerdotes,

150. y les rogó que fueran a decirle cómo queríaverlo, pero ninguno de entre ellos quiso hacerlo, aparentaron que no lo oían, ya sea porque todavíaera muy de madrugada,

151. o bien porque lo conocen que solamente los molesta, los importuna,

152. y ya les habían informado sus compañeros que lo perdieron cuando lo siguieron.

153. Muchísimo tiempo estuvo esperando le hablaran.

154. Y cuando vieron que por muchísimo tiempo estuvo ahí de pie, bajando la cabeza cohibido, sin hacer nada, y por si acaso es llamado, y como que trae alguna cosa que tiene en su regazo, por eso desde luego se acercaron a él, para ver qué es lo que trae, para satisfacerse.

155. Y como vio Juan Diego que no podíaocultar lo que traía, que lo molestaran, le darían muchos empujones, o bien lo maltratarían, descubrió un poco que eran flores.

156. Y así como vieron que eran muchas y diversas flores de Castilla, y que no era tiempo en que se dieran, muchísimo se admiraron, y que estuvieran sumamente frescas, tan abiertas, tan olorosas, tan maravillosas.

157. Y quisieron tomar unas cuantas, sacarlas;

158. y por tres veces hicieron el intento de cogerlas, no lo lograron

159. porque cundo las van a tomar, ya no eran flores lo que veían, solamente como si estuvieran pintadas, o bordadas, o cosidas, era lo que veían en la manta.

160. Inmediatamente fueron a decirla al señor Obispo lo que vieron.

161. Y que queríaverlo el indito que tantas veces habíavenido, y que ya teníamucho tiempo allí esperando, que le hablaran, porque queríaverlo.

162. Y el señor Obispo así como lo oyó,entonces vino a comprender que ésa era la señal para que estuviera dispuesto a llevar a cabo lo que solicitaba aquel hombrecillo;

163. luego ordenó que inmediatamente entrara a verlo.

164. Y al entrar se humilló ante él, como lo habíahecho antes,

165. y otra vez refirió todo lo que habíavisto, lo que le habíacausado admiración, y su mensaje:

166. Le dijo: mi amo y señor, hice y puse por obra lo que me mandaste,

167. así fui a decirlo a la Señora, mi ama, la Señora del Cielo, Santa María, la Madre que Dios ama, que tú pides una señal para poder creerme, para que le hagan su templo allá donde te pide, para que lo erijas;

168. y tambiénle dije que te di mi palabra de que habíade traerte alguna cosa como señal, como prueba, para que se haga , se lleve a cabo su voluntad.

169. Y que oyó de buena manera tu recado y recibió alegremente tu peticiónde alguna cosa como señal, como prueba, para que se haga, se lleve a cabo tu voluntad.

170. Y hoy, todavíamuy de mañana, me ordenó que otra vez viniera a verte;

171. y le pedí alguna cosa como prueba para ser creído así como me dijo que me la daríay desde luego lo puso en práctica,

172. y me mandó ala cumbre del cerrito en donde antes la habíayo visto, para que allí fuera yo a cortar muchas y diversas flores de Castilla;

173. y fui a cortarlas, las llevé allá abajo; ,

174. y las tomó en sus Santas Manos,

175. otra vez las puso en mi regazo

176. para que te las trajera y las entregara solamente a ti

177. Aunque yo bien sabíaque no es lugar donde se den flores la cumbre del cerrito, ya que solamente hay muchos riscos, muchos abrojos, muchas espinas, muchos nopales duros, muchos mezquites, no por eso dudé,no por eso vacilé.

178. Al llegar a la cumbre del cerrito contemplé que ya era un vergel;

179. estando allí juntas toda clase de hermosas flores de calidad de Castilla, brillando en el rocíoa los rayos del sol , y luego fui a cortar muchas.

180. Y me dijo que a su nombre te las diera. Y es así como lo hago para que veas en ellas la señal que tú pides, para que pongas por obra su voluntad,

181. y para que aparezca la verdad de mi palabra, de mensaje.

182. ¡Hélas aquí!Recíbelas.

183. Y fue el momento en que desplegó hacia élsu manta blanca, pues llevaba en su regazo las flores,

184. y así al esparcirse todas las distintas flores de Castilla,

185. desde luego ahí se marcó,vino a aparecer la venerable imagen de la eternamente Virgen Santa María, Madre de Dios, tal como ahora está

186. allá donde ahora se conserva en su venerada residencia, en su estimado templo en el Tepeyac que se nombra Guadalupe.

187. Y así como lo vio el señor Obispo y todos los que allí estaban, se arrodillaron, mucho la admiraron.

188. Se levantaron para mirarla, se entristecieron y se acongojaron, elevando el corazóny el pensamiento.

189. Y el señor Obispo, llorando entristecido, le rogó,le pidió que lo perdonara, porque no puso por obra desde luego su estimable voluntad, su respetable mandato.

190. Y se levantó,le desató del cuello donde estaba atada la vestidura, la manta de Juan Diego,

191. en la que se apareció,allí se marcó la Señora del Cielo.

192. E inmediatamente la llevó,fue a colocarla allá en su oratorio.

193. Y todavíapasó allí todo un díaJuan Diego, en la estimable casa del Obispo, todavíalo detuvo.

194. Y al díasiguiente le dijo: ¡Ea! A mostrar donde es la voluntad de la Señora del Cielo que se le erija su reverenciado templo;

195. inmediatamente se invitó ala gente para hacerlo, erigirlo.

196. Y Juan Diego, así como señaló donde mandó la Señora del Cielo se erija su reverenciado templo, inmediatamente pidió licencia,

197. queríallegar a su casa para ir a ver a su querido tíoJuan Bernardino, que estaba muy enfermo cuando lo dejó para ir a llamar a alguno de los sacerdotes allá en Tlaltelolco, para que lo confesara, lo preparara, y le dijo la Señora del Cielo que ya estaba sano.

198. Y no solo lo dejaron in solo, sino que lo acompañaron allá asu morada,

199. y así como llegaron vieron a su tíoya estar bien contento, ya nada le duele;

200. y élse maravilló mucho de ver cómo su sobrino era acompañado y mucho lo honraban.

201. Le preguntó asu sobrino porqué se hacíaeso, que mucho lo honraban.

202. Y élle dijo cómo cuando salió hacia allá para ir a llamar a un sacerdote para que lo confesara, lo preparara, allá en el Tepeyac lo vio la Señora del Cielo

203. y lo envió de mensajero allá aMéxico a ver al señor Obispo para que le hicieran casa allí en el Tepeyac.

204. Y le dijo que no se afligiera, se puso contento y mucho se calmó su espíritu.

205. Dijo su tíoque verdaderamente fue entonces cuando lo sanó,

206. y bien la vio exactamente de la misma manera como la veíasu sobrino,

207. y le dijo como a éste todavíalo envió de mensajero a ver al Obispo.

208. Y que cuando élfuera a verlo, que muy bien le manifestara, le relatara lo que vio

209. y que tan maravillosamente lo curó.

210. Y que al darle nombre, bien se llamara la siempre Virgen Santa Maríade Guadalupe su venerada imagen.

211. E inmediatamente llevaron a Juan Bernardino a presencia del señor Obispo, para que informara, para que en su presencia testificara

212. Y a ambos, a ély a su sobrino Juan Diego, los aposentó en su casa el Obispo por unos cuantos días,

213. por todo el tiempo mientras se erigió el templo de la Soberana Señora en el Tepeyac, donde la vio Juan Diego.

214. Y el señor Obispo trasladó allá ala Iglesia Mayor la venerada Imagen de la Señora del Cielo.

215. La sacó del oratorio de su palacio, donde estaba, para que toda la gente la viera y admirara l< venerada imagen.

216. Y todos por completo, la ciudad entera se conmovió,venían a ver y admirar su querida y venerada imagen.

217. a rendirle culto

218. a hacerle oración

219. muchos se admiraban de cómo en forma maravillosamente divina vino a aparecerse,