‘EL SANTUARIO’

Memoria, presencia y profecía del Dios vivo

PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES

 

Introducción

1.Sentido y finalidad del documento "Todos los cristianos estáninvitados a tomar parte en esta gran peregrinaciónque Cristo, la Iglesia y la humanidad han recorrido y deben seguir recorriendo en la historia. El santuario hacia el cual se dirigen debe convertirse en "la tienda del encuentro", como la Biblia denomina el tabernáculo de la alianza" (1). Estas palabras relacionan directamente la reflexiónsobre la peregrinación(2) con la que se realiza sobre el santuario, que es normalmente la meta visible del itinerario de los peregrinos: "Con el nombre de santuario se designa una iglesia u otro lugar sagrado al que, por un motivo peculiar de piedad, acuden en peregrinaciónnumerosos fieles, con la aprobacióndel Ordinario del lugar" (3). En el santuario, el encuentro con el Dios vivo se propone a travésde la experiencia vivificante del Misterio proclamado, celebrado y vivido: "En los santuarios se debe proporcionar abundantemente a los fieles los medios de salvación, predicando con diligencia la palabra de Dios y fomentando con esmero la vida litúrgica principalmente mediante la celebraciónde la Eucaristíay de la penitencia, y practicando tambiénotras formas aprobadas de piedad popular" (4). Así,"los santuarios son como hitos que orientan el caminar de los hijos de Dios sobre la tierra" (5), promoviendo la experiencia de convocación, encuentro y construcciónde la comunidad eclesial.

Estas características valen especialmente para los santuarios surgidos en Tierra Santa en los lugares santificados por la presencia del Verbo Encarnado y pueden reconocerse, en particular, en aquellos consagrados por el martirio de los Apóstoles y de cuantos testimoniaron la fe con su sangre. Además, toda la historia de la Iglesia peregrinante se puede ver reflejada en numerosos santuarios, "antenas permanentes de la Buena Nueva" (6), vinculados a acontecimientos decisivos de la evangelizacióno de la vida de fe de pueblos y comunidades. Cada santuario puede considerarse portador de un mensaje preciso, puesto que en élse vuelve a presentar, en el momento presente, el acontecimiento originario del pasado que sigue hablando al corazónde los peregrinos. En particular, los santuarios marianos ofrecen una auténtica escuela de fe con el ejemplo y la intercesiónmaternal de María. Testigos de la múltiple riqueza de la acciónsalvífica de Dios, los santuarios son tambiénen la actualidad un don inestimable de gracia a su Iglesia.

Por ello, reflexionar sobre la naturaleza y la funcióndel santuario puede contribuir de manera eficaz a acoger y vivir el gran don de reconciliacióny de vida nueva que la Iglesia ofrece continuamente a todos los discípulos del Redentor y, a travésde ellos, a la familia humana. De aquí se deduce el sentido y la finalidad del presente documento, que quisiera hacerse eco de la vida espiritual que brota en los santuarios, del compromiso pastoral de quienes en ellos desempeñan su ministerio y de la irradiaciónque ellos tienen en las Iglesias locales.

La reflexiónque sigue es sólo una modesta ayuda para apreciar cada vez másel servicio que los santuarios prestan a la vida de la Iglesia.

2. A la escucha de la revelaciónPara que la reflexiónsobre el santuario alimente la fe y dé fecundidad a la acciónpastoral, es necesario que se origine en la escucha obediente de la revelación, en la cual estánpresentados densamente el mensaje y la fuerza de salvacióncontenidos en "el misterio del Templo". En el lenguaje bíblico, sobre todo en el lenguaje Paulino, el término "misterio" expresa el designio divino de salvaciónque se va realizando en la historia humana. Cuando, a la luz de la palabra de Dios, se escruta el "misterio del Templo", se capta, másallá de los signos visibles de la historia, la presencia de la "gloria" divina (cf. Sal 29,9), es decir, la manifestacióndel Dios tres veces Santo (cf. Is 6,3), su presencia en diálogo con la humanidad (cf. 1 R 8,30-53) y su ingreso en el tiempo y en el espacio, a travésde "la tienda" que Élpuso en medio de nosotros (cf. Jn 1,14). Se perfilan, así,las líneas de una teologíadel templo, a cuya luz se puede comprender mejor tambiénel significado del santuario.

Esta teología se caracteriza por una progresiva concentración: en primer lugar, se destaca la figura del "templo cósmico", que el Salmo 19, por ejemplo, celebra con la imagen de los "dos soles": el "sol de la Torah", o sea de la revelacióndirigida explícitamente a Israel (vv. 8-15), y el "sol del cielo" que "proclama la gloria de Dios" (vv. 2-7) a travésde una revelaciónuniversal silenciosa, pero eficaz, destinada a todos. En este templo la presencia divina está viva por doquier, como reza el Salmo 139, y se celebra una liturgia de aleluya, reafirmada en el Salmo 148 que, ademásde las criaturas celestes, introduce veintidóscriaturas terrestres (tantas cuantas son las letras del alfabeto hebraico, para significar la totalidad de la creación) que entonan un aleluya universal.

Viene, luego, el templo de Jerusalén, donde se conserva el Arca de la alianza, lugar santo por excelencia de la fe judíay memoria permanente del Dios de la historia que ha sellado una alianza con su pueblo y permanece fiel a él. El templo es la casa visible del Eterno (cf. Sal 11,4), llenada por la nube de su presencia (cf. 1 R 8,10.13) y colmada de su "gloria" (cf. 1 R 8,11).

Por último, está el templo nuevo y definitivo, constituido por el Hijo eterno que se hizo carne (cf. Jn 1,14): el Señor Jesús, crucificado y resucitado (cf. Jn 2,19-21), que transforma a los que creen en élen el templo de piedras vivas que es la Iglesia peregrina en el tiempo: "Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, tambiénvosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcciónde un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediaciónde Jesucristo" (1 P 2,4-5). Acercándose a Aquel que es "piedra viva" se construye el edificio espiritual de la alianza nueva y perfecta y se prepara la fiesta del Reino, "todavíano" plenamente realizado, mediante los sacrificios espirituales (cf. Rm 12,1-2), agradables a Dios precisamente porque se hacen en Cristo, por Ély con Él, la Alianza en persona. Así,la Iglesia se presenta sobre todo como el "templo santo, representado en los templos de piedra" (7).

3. Los tres arcos A la luz de estos testimonios es posible profundizar en el "misterio del Templo" en tres direcciones, que corresponden a las tres dimensiones del tiempo y constituyen los arcos en los que se apoya una teologíadel santuario que es memoria, presencia y profecíadel Dios-con-nosotros.

Con respecto al pasado único y definitivo del evento salvífico, el santuario se presenta como memoria de que nuestro origen está en el Señor del cielo y de la tierra; con respecto al presente de la comunidad de los redimidos, congregada en el tiempo que transcurre entre la primera venida del Señor y la última, se presenta como signo de la Presencia divina, lugar de la alianza, donde se expresa y se regenera siempre de forma nueva la comunidad del pacto; y con respecto al futuro cumplimiento de la promesa de Dios, al "todavíano" que es el objeto de la esperanza mayor, el santuario se presenta como profecíadel mañana de Dios en el hoy del mundo.

En relacióncon cada una de estas tres dimensiones será posible desarrollar tambiénlas líneas fundamentales de una pastoral de los santuarios, que permita traducir a la vida personal y eclesial el mensaje simbólico del templo, en el que se reúne la comunidad cristiana convocada por el Obispo y por los sacerdotes, sus colaboradores.

I - El Santuario, memoria del origen 4. Memoria de la obra de Dios El santuario es ante todo lugar de la memoria de la acciónpoderosa de Dios en la historia, que ha dado origen al pueblo de la alianza y a la fe de cada uno de los creyentes.

Ya los Patriarcas recuerdan el encuentro con Dios mediante la erecciónde un altar o memorial (cf. Gn 12,6-8; 13,18; 33,18-20), al que vuelven como signo de fidelidad (cf. Gn 13,4; 46,1), y Jacob considera "morada de Dios" el lugar de su visión(cf. Gn 28,11-22). Por consiguiente, en la tradiciónbíblica el santuario no es simplemente fruto de una obra humana, cargada de simbolismos cosmológicos o antropológicos, sino testimonio de la iniciativa de Dios en su comunicacióna los hombres para sellar con ellos el pacto de la salvación. El significado profundo de todo santuario es hacer memoria, en la fe, de la obra salvífica del Señor (8).

En el clima de adoración, invocacióny alabanza, Israel sabe que fue su Dios quien quiso libremente el Templo y que no se lo impuso la voluntad humana. Lo atestigua de forma ejemplar la espléndida oraciónde Salomón, que parte precisamente de la dramática conciencia de la posibilidad de ceder a la tentaciónde la idolatría: "¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa que yo te he construido! Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Señor Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu presencia; que tus ojos esténabiertos díay noche sobre esta casa, sobre este lugar del que dijiste: "En élestará mi nombre"; escucha la oraciónque tu servidor te dirige en este lugar" (1 R 8,27-29).

El santuario, pues, no se construye porque Israel quiere forzar la presencia del Eterno, sino, exactamente al contrario, porque el Dios vivo, que ha entrado en la historia, que ha caminado con su pueblo de díaen columna de nube y de noche en columna de fuego (cf. Ex 13,21), quiere dar un signo de Su fidelidad y de Su presencia siempre actual en medio de Su pueblo. El Templo no será,entonces, la casa edificada por manos de hombres, sino el lugar que testimonia la iniciativa de Aquel que es el único que edifica la casa. Es la verdad sencilla y grande expresada a travésde las palabras del profeta Natán: "Ve y di a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Me vas a edificar tú una casa para que yo habite?" (...) El Señor te edificará una casa. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré despuésde ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Élconstituirá una casa para mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para élpadre y élserá para mí hijo" (2 S 7,5.11-14).

El santuario asume, por consiguiente, el carácter de memoria viva del origen divino del pueblo de la alianza, elegido y amado. Es un recuerdo permanente de que no se nace como pueblo de Dios de la carne y de la sangre (cf. Jn 1,13), sino que la vida de fe brota de la iniciativa admirable del Dios que entró en la historia para unirnos a ély cambiar nuestro corazóny nuestra vida. El santuario es la memoria eficaz de la obra de Dios, el signo visible que proclama a todas las generaciones cuángrande es Élen el amor, y testimonia que Élnos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,19) y ha querido ser el Señor y Salvador de su pueblo. Como decíaGregorio de Nisa, refiriéndose a los Santos Lugares, en todo santuario se pueden reconocer "las huellas de la gran bondad del Señor para con nosotros","los signos salvíficos del Dios que nos ha vivificado" (9), "los recuerdos de la misericordia del Señor para con nosotros" (10).

5. Iniciativa que nace "de lo alto" Lo que en el Antiguo Testamento es el Templo de Jerusalén, en el Nuevo Testamento encuentra su realizaciónmáselevada en la misióndel Hijo de Dios, que se hace élmismo nuevo Templo, morada del Eterno entre nosotros, la alianza en persona. El episodio de la expulsiónde los vendedores del templo (cf. Mt 21,12-13) proclama que el espacio sagrado, por una parte, se ha extendido a todas las gentes - como lo confirma tambiénel detalle, de gran valor simbólico, del velo del templo "rasgado en dos, de arriba abajo" (Mc 15,38) - y, por otra, se ha concentrado en la persona de Aquel que, vencedor de la muerte (cf. 2 Tm 1,10), podrá ser para todos el sacramento del encuentro con Dios.

Jesúsdice a los jefes religiosos: "Destruid este Templo y en tres días lo levantaré".Al referir la réplica de los judíos: "Cuarenta y seis años se ha tardado en construir este Templo, ¿ytú lo vas a levantar en tres días?",el evangelista Juan comenta: "Pero élhablaba del Templo de su cuerpo. Cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que habíadicho eso y creyeron en la Escritura y en las palabras que habíadicho Jesús" (Jn 2,19-22). Tambiénen la economíade la nueva Alianza el Templo es el signo de la iniciativa del amor de Dios en la historia: Cristo, el enviado del Padre, el Dios hecho hombre por nosotros, sumo y definitivo sacerdote (cf. Hb 7), es el Templo nuevo, el Templo esperado y prometido, el santuario de la Alianza nueva y eterna (cf. Hb 8). Por eso, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el santuario es la memoria viva del origen, es decir, de la iniciativa con que Dios nos amó primero (1 Jn 4,19). Cada vez que Israel ha mirado hacia el Templo con los ojos de la fe, cada vez que, con esos mismos ojos, los cristianos miran hacia Cristo, nuevo Templo, y miran los santuarios que ellos mismos han edificado, desde el edicto de Constantino, como signo de Cristo que vive entre nosotros, han reconocido en este signo la iniciativa del amor del Dios vivo en favor de los hombres (11).

Así,el santuario testimonia que Dios es másgrande que nuestro corazón, que élnos ha amado desde siempre y nos ha dado a su Hijo y al Espíritu Santo, porque quiere habitar entre nosotros y hacer de nosotros Su templo y de nuestros miembros el santuario del Espíritu Santo, como dice Pablo: "¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá aél; porque el templo de Dios es sagrado, y vosotros sois ese templo" (1 Co 3,16- 17, cf. 6,19); "nosotros somos el templo de Dios vivo, como dijo Dios mismo: "Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos seránmi pueblo"" (2 Co 6,16).

El santuario es el lugar de la actualizaciónpermanente del amor de Dios, que puso Su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14); por eso, como afirma san Agustín, en el lugar santo "no hay sucesiónde días, como si cada díadebiera llegar y luego pasar. El inicio del uno no marca el fin del otro, porque allí se hallan presentes todos al mismo tiempo. La vida a la que esos días pertenecen no conoce ocaso" (12). Así,en el santuario resuena de modo siempre nuevo el anuncio gozoso segúnel cual "Dios nos ha amado primero y nos ha dado la capacidad de amarlo (...). Nos ha amado, no para dejarnos tan feos como estábamos, sino para cambiarnos y embellecernos (...). ¿Cómo seremos bellos? Amándolo a él, que es siempre bello. Cuanto máscrezca en ti el amor, tanto máscrecerá la belleza; la caridad es, precisamente, la belleza del alma" (13). Por tanto, el santuario recuerda constantemente que la vida nueva no nace "de abajo", por una iniciativa puramente humana, y que la Iglesia no es simplemente fruto de carne y de sangre (cf. Jn 1,13), sino que la existencia redimida y la comunióneclesial en la que ella se manifiesta nacen "de lo alto" (cf. Jn 3,3), de la iniciativa gratuita y sorprendente del amor trinitario que precede al amor del hombre (cf. 1 Jn 4,9-10).

6. Asombro y adoración¿Qué consecuencias tiene para la vida cristiana este mensaje, principal y fundamental, que el santuario transmite por ser memoria de que nuestro origen está en el Señor? Se pueden distinguir tres perspectivas fundamentales.

En primer lugar, el santuario recuerda que la Iglesia nace de la iniciativa de Dios; iniciativa que la piedad de los fieles y la aprobaciónpública de la Iglesia reconocen en el acontecimiento que ha dado origen a cada santuario. Por tanto, en todo lo que guarda relacióncon el santuario y en todo lo que en élse expresa, es preciso descubrir la presencia del misterio, obra de Dios en el tiempo, manifestaciónde su presencia eficaz, oculta en los signos de la historia. Esta convicciónse manifiesta en el santuario tambiéna travésdel mensaje específico vinculado a él, tanto con respecto a los misterios de la vida de Jesucristo, como con relacióna algunos de los títulos de María, "modelo de todas las virtudes ante toda la comunidad de los elegidos" (14), y tambiéncon relacióna los santos cuya memoria proclama "las maravillas de Cristo en sus siervos" (15).

Al misterio nos hemos de acercar con una actitud de asombro y de adoración, con un sentimiento de maravilla ante el don de Dios; por esto, en el santuario se entra con espíritu de adoración. Quien no es capaz de asombrarse de la obra de Dios, quien no percibe la novedad de lo que el Señor realiza con su iniciativa de amor, tampoco podrá captar el sentido profundo y la belleza del misterio del Templo que se deja reconocer en el santuario. El respeto que se debe al lugar santo expresa la conciencia de que frente a la obra de Dios es preciso situarse, no con una lógica humana que pretende definirlo todo segúnlo que se ve y se produce, sino con una actitud de veneración, llena de estupor y de sentido del misterio.

Ciertamente, es necesaria una preparaciónadecuada al encuentro con el santuario para poder captar, másallá de los aspectos visibles, artísticos o de folclore, la obra gratuita de Dios que evocan los diversos signos: apariciones, milagros, acontecimientos que le dieron origen y que constituyen el inicio de cada santuario como lugar de fe. Esta preparaciónse desarrollará,ante todo, en las etapas del camino que lleva al peregrino al santuario, como acontecíacon los peregrinos de Siónque se preparaban al gran encuentro con el Santuario de Dios mediante el canto de los Salmos de las subidas (Salmos 120-134), que son una auténtica catequesis litúrgica sobre las condiciones, la naturaleza y los frutos del encuentro con el misterio del Templo.

La disposicióntopográfica del santuario y de cada uno de sus ambientes, el comportamiento respetuoso que se exigirá incluso a los que vayan simplemente de visita, la escucha de la Palabra, la oracióny la celebraciónde los sacramentos, seráninstrumentos válidos para ayudar a comprender el significado espiritual de lo que se vive en él. Este conjunto de actos expresará la acogida del santuario, abierto a todos y en particular a la multitud de personas que, en la soledad de un mundo secularizado y desacralizado, sienten en lo másíntimo de su corazónla nostalgia y el encanto de la santidad (16).

7. Acciónde gracias En segundo lugar, el santuario recuerda la iniciativa de Dios y nos ayuda a comprender que esa iniciativa, fruto de un don, debe ser acogida con espíritu de acciónde gracias.

En el santuario se entra, ante todo, para dar gracias, conscientes de que hemos sido amados por Dios antes de que nosotros fuéramos capaces de amarlo; para expresar nuestra alabanza al Señor por las maravillas que ha realizado (cf. Sal 136); para pedirle perdónpor los pecados cometidos; y para implorar el don de la fidelidad en nuestra vida de creyentes y la ayuda necesaria para nuestro peregrinar en el tiempo.

En ese sentido, los santuarios constituyen una excepcional escuela de oración, donde especialmente la actitud perseverante y confiada de los humildes testimonia la fe en la promesa de Jesús: "Pedid y se os dará" (Mt 7, 7) (17). Percibir el santuario como memoria de la iniciativa divina significa, por consiguiente, educarse a la acciónde gracias, alimentando en el corazónun espíritu de reconciliación, de contemplacióny de paz. El santuario nos recuerda que la alegríade la vida es, ante todo, fruto de la presencia del Espíritu Santo, que suscita en nosotros tambiénla alabanza a Dios. Cuanto másseamos capaces de alabar al Señor y hacer de la vida una perenne acciónde gracias al Padre (cf. Rm 12,1), presentada en unióncon aquella única y perfecta de Cristo Sacerdote, especialmente en la celebraciónde la Eucaristía, tanto másel don de Dios será acogido y fecundo en nosotros.

Desde este punto de vista, la Virgen Maríaes "modelo excelso" (18): con espíritu de acciónde gracias, supo dejarse cubrir por la sombra del Espíritu (cf. Lc 1,35), para que en ella el Verbo fuera concebido y donado a los hombres.

Mirando hacia ella, se comprende que el santuario es el lugar de la acogida del don de lo alto, la morada en la cual, en acciónde gracias, nos dejamos amar por el Señor, precisamente siguiendo el ejemplo de Maríay con su ayuda.

El santuario recuerda, pues, que si no hay gratitud, el don se pierde; si el hombre no sabe dar gracias a su Dios que, cada día, incluso en la hora de la prueba, lo ama de modo nuevo, el don es ineficaz.

El santuario testimonia que la vocaciónde la vida no ha de ser disipación, aturdimiento o fuga, sino alabanza, paz y alegría. La comprensiónprofunda del santuario educa así avivir la dimensióncontemplativa de la vida, no sólo en el santuario, sino en todas partes. Y puesto que la celebracióneucarística dominical, en particular, es el culmen y la fuente de toda la vida del cristiano, vivida como respuesta de gratitud y de entrega al don de lo alto, el santuario invita de modo muy especial a redescubrir el domingo, que es "el díadel Señor", y también"el señor de los días" (19), "fiesta primordial", "puesta no sólo para marcar el paso del tiempo, sino para revelar su sentido profundo" que es la gloria de Dios, todo en todos (20).

8. Coparticipacióny compromiso En tercer lugar, el santuario, en cuanto memoria de nuestro origen, muestra cómo este sentido de asombro y de acciónde gracias nunca debe prescindir de la coparticipacióny del compromiso en favor de los demás. El santuario recuerda el don de un Dios que nos ha amado tanto, hasta el punto de colocar su tienda entre nosotros para darnos la salvación, para ser nuestro compañero en la vida, solidario con nuestro dolor y con nuestra alegría. Esta solidaridad divina la testimonian tambiénlos acontecimientos que dan origen a los diversos santuarios. Si Dios nos ha amado así,tambiénnosotros estamos llamados a amar a los demás(cf. 1 Jn 4,12), para ser con la vida el templo de Dios. El santuario nos impulsa a la solidaridad, a ser "piedras vivas", que se sostienen mutuamente en la construcción, en torno a la piedra angular que es Cristo (cf. 1 P 2,4-5).

De nada serviríavivir el "tiempo del santuario", si eso no nos impulsara al "tiempo del camino", al "tiempo de la misión" y al "tiempo del servicio", en los que Dios se manifiesta como amor a las criaturas másdébiles y pobres. Como nos recuerdan las palabras de Jeremías, citadas tambiénen la enseñanza de Jesús, el templo, sin la fe y el compromiso en favor de la justicia, queda reducido a una "cueva de ladrones" (cf. Jr 7,11; Mt 21,13). Los santuarios mencionados por el profeta Amósno tienen sentido si en ellos no se busca de verdad al Señor (cf. Am 4,4; 5,5-6). La liturgia, sin una vida fundada en la justicia, se transforma en una farsa (cf. Is 1,10-20; Am 5,21-25; Os 6,6). La palabra profética remite el santuario a su inspiración, despojándolo del sacralismo vacío, de la idolatría, para transformarlo en semilla fecunda de fe y de justicia en el espacio y en el tiempo. Entonces, verdaderamente, el santuario, memoria de que nuestro origen está en el Señor, constituye una invitacióncontinua a amar a Dios y a compartir los dones recibidos. La visita al santuario mostrará,pues, sus frutos de modo especial en el compromiso caritativo, en la acciónen favor de la promociónde la dignidad humana, de la justicia y de la paz, valores hacia los cuales los creyentes se sentiránde nuevo llamados.

II - El santuario, lugar de la presencia divina 9. Lugar de la alianza El misterio del santuario no sólo nos recuerda que nuestro origen está en el Señor, sino tambiénque el Dios que nos amó una vez no deja nunca de amarnos y que hoy, en el momento concreto de la historia en que nos encontramos, frente a las contradicciones y a los sufrimientos del presente, élestá con nosotros. El Antiguo y el Nuevo Testamento atestiguan de forma unánime que el Templo no sólo es el lugar del recuerdo de un pasado salvífico, sino tambiénel ambiente de la experiencia presente de la Gracia. El santuario es el signo de la presencia divina, el lugar de la actualizaciónsiempre nueva de la alianza de los hombres con el Eterno y entre sí.Al ir al santuario, el israelita piadoso redescubríala fidelidad del Dios de la promesa en cada "hoy" de la historia (21).

Mirando a Cristo, nuevo santuario, de cuya presencia viva en el Espíritu los templos cristianos son signo, sus seguidores saben que Dios está siempre vivo y presente entre ellos y para ellos. El Templo es la morada santa del Arca de la alianza, el lugar en donde se actualiza el pacto con el Dios vivo y el pueblo de Dios tiene la conciencia de constituir la comunidad de los creyentes, "linaje elegido, sacerdocio real, naciónsanta" (1 P 2,9). San Pablo recuerda: "Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificaciónbien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien tambiénvosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu" (Ef 2,19-22). Es Dios quien, habitando entre los suyos y en su corazón, hace de ellos su santuario vivo. El santuario de "piedras muertas" remite a Aquel que nos hace santuario de "piedras vivas" (22).

El santuario es el lugar del Espíritu, porque es el lugar en el cual la fidelidad de Dios nos llega y nos transforma. Al santuario se va ante todo para invocar y acoger al Espíritu Santo, y para llevar luego ese Espíritu a todas las acciones de la vida. En este sentido, el santuario se presenta como recuerdo constante de la presencia viva del Espíritu Santo en la Iglesia, que nos dio Cristo resucitado (cf. Jn 20,22), para gloria del Padre. El santuario es una invitaciónvisible a acudir a la fuente invisible de agua viva (cf. Jn 4,14); invitaciónque se puede experimentar siempre de forma nueva para vivir en la fidelidad a la alianza con el Eterno en la Iglesia.

10. Lugar de la Palabra La expresión"comuniónde los santos", que se encuentra en la seccióndel Credo relativa a la obra del Espíritu, puede servir para expresar densamente un aspecto del misterio de la Iglesia, peregrina en la historia. El Espíritu Santo, al impregnar los miembros del cuerpo de Cristo, hace de la Iglesia el santuario vivo del Señor, como lo recuerda el Concilio Vaticano II: "Aveces se designa a la Iglesia como edificaciónde Dios (cf. 1 Co 3,9). (...) Esta edificaciónrecibe diversos nombres: casa de Dios (cf. 1 Tm 3,15) en la que habita su familia; habitaciónde Dios en el Espíritu (cf. Ef 2,19-22); "tienda de Dios entre los hombres" (cf. Ap 21,3), y, sobre todo, templo santo, que los Padres celebran como representado en los templos de piedra, y la liturgia, no sin razón, lo compara a la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Efectivamente, en este mundo servimos cual piedras vivas para edificarla (cf. 1 P 2,5)" (23).

En este Templo santo de la Iglesia, el Espíritu obra especialmente a travésde los signos de la nueva alianza, que el santuario conserva y ofrece. Entre ellos está la Palabra de Dios. El santuario es, por excelencia, el lugar de la Palabra, en la que el Espíritu llama a la fe y suscita la "comuniónde los fieles". Es sumamente importante asociar el santuario a la escucha perseverante y acogedora de la Palabra de Dios, que no es una palabra humana cualquiera, sino el mismo Dios vivo en el signo de su Palabra. El santuario, en el que la Palabra resuena, es el lugar de la alianza, donde Dios confirma a Su pueblo Su fidelidad, para iluminarle el camino y para consolarlo.

El santuario puede llegar a ser un lugar excelente de profundizaciónde la fe, un espacio privilegiado y un tiempo favorable, distintos del ordinario; puede brindar ocasiones de nueva evangelización; puede contribuir a promover la religiosidad popular "rica en valores" (24), llevándola a una conciencia de fe másexacta y madura (25); y puede agilizar el proceso de inculturación(26).

Por consiguiente, será necesario desarrollar en los santuarios "una catequesis adecuada" (27) que, "debe tomar pie de los acontecimientos que se celebran en los lugares visitados y de su índole propia, pero no deberá olvidar ni la necesaria jerarquíaen la exposiciónde las verdades de la fe, ni su inclusiónen el itinerario litúrgico en el que toda la Iglesia participa" (28).

En este servicio pastoral de evangelizacióny catequesis se deben subrayar los aspectos específicos vinculados con la memoria del santuario en donde se actúa, con el mensaje particular que élofrece y el "carisma" que el Señor le ha encomendado y que la Iglesia ha reconocido, y con el patrimonio, a menudo riquísimo, de las tradiciones y de las costumbres que se han establecido en él.

Desde esa misma perspectiva de servicio a la evangelización, se podrá recurrir a iniciativas culturales y artísticas como congresos, seminarios, muestras, exposiciones, concursos y manifestaciones sobre temas religiosos. "Antiguamente nuestros santuarios se llenaban de mosaicos, pinturas y esculturas religiosas para inculcar la fe. ¿Tendremos nosotros el vigor espiritual y el ingenio suficientes para crear "imágenes eficaces" de gran calidad y, a la vez, adaptadas a la cultura del hoy? Se trata no sólo del anuncio primero de la fe, en un mundo con frecuencia secularizado, o de la catequesis para ahondar esta fe, sino tambiénde la inculturacióndel mensaje evangélico a nivel de cada pueblo y de cada tradicióncultural" (29).

Con este fin, es indispensable en el santuario la presencia de agentes pastorales capaces de iniciar a la gente en el diálogo con Dios y en la contemplacióndel misterio inmenso que nos envuelve y atrae. Es preciso subrayar la importancia del ministerio de los sacerdotes, de los religiosos y de las comunidades responsables de los santuarios (30) y, por consiguiente, la importancia de una formaciónespecífica, adecuada al servicio que ellos deben prestar. Al mismo tiempo, hay que promover la aportaciónde laicos preparados para la labor de catequesis y evangelizaciónvinculada a la vida de los santuarios, de modo que tambiénen los santuarios se manifieste la riqueza de carismas y ministerios que el Espíritu Santo suscita en la Iglesia del Señor, y los peregrinos se beneficien del múltiple testimonio de los diversos agentes de la pastoral.

11. Lugar del encuentro sacramental Los santuarios, lugares en los que el Espíritu habla tambiéna travésdel mensaje específico vinculado a cada uno de ellos y reconocido por la Iglesia, son tambiénlugares privilegiados de las acciones sacramentales, especialmente de la Reconciliacióny la Eucaristía, en los que la Palabra encuentra su actuaciónmásdensa y eficaz. Los sacramentos realizan el encuentro de los vivos con Aquel que los hace continuamente vivos y los alimenta con vida siempre nueva en la consolacióndel Espíritu Santo. No se trata de ritos repetitivos, sino de acontecimientos de salvación, encuentros personales con el Dios vivo que, en el Espíritu, llega a cuantos acuden a élhambrientos y sedientos de Su verdad y de Su paz. Así pues, cuando en el santuario celebramos un sacramento, no "hacemos" algo, sino que nos encontramos con Alguien; másaún, ese Alguien, Cristo, se hace presente en la gracia del Espíritu para comunicarse a nosotros y cambiar nuestra vida, insertándonos de manera cada vez másfecunda en la comunidad de la alianza, que es la Iglesia.

El santuario, en cuanto lugar de encuentro con el Señor de la vida, es signo seguro de la presencia del Dios que actúaen medio de su pueblo, porque en él, a travésde su Palabra y de sus Sacramentos, Élse comunica a nosotros. Por eso, al santuario se acude como al templo del Dios vivo, al lugar de la alianza viva con Él, para que la gracia de los Sacramentos libere a los peregrinos del pecado y les dé la fuerza de volver a comenzar con nuevo bríoy con nueva alegríaen el corazón, para ser entre los hombres testigos transparentes del Eterno.

Con frecuencia, el peregrino llega al santuario particularmente dispuesto a pedir la gracia del perdón, y hay que ayudarle a abrirse al Padre, "rico en misericordia (Ef 2,4)" (31), en la verdad y en la libertad, con plena conciencia y responsabilidad, de modo que del encuentro de gracia brote una vida realmente nueva. Una liturgia penitencial comunitaria adecuada podrá ayudar a vivir mejor la celebraciónpersonal del sacramento de la penitencia, que "es el medio para saciar al hombre con la justicia que proviene del mismo Redentor" (32). Los lugares en los que tiene lugar dicha celebracióndeben ser oportunamente preparados para que favorezcan el recogimiento (33).

Puesto que "el perdón, concedido de forma gratuita por Dios, implica como consecuencia un cambio real de vida, una progresiva eliminacióndel mal interior, una renovaciónde la propia existencia",los agentes pastorales de los santuarios han de sostener de todos los modos posibles la perseverancia de los peregrinos en los frutos del Espíritu. Además, deben prestar una atenciónespecial al ofrecer aquella expresióndel "don total de la misericordia de Dios",que es la indulgencia, con la cual "se condona al pecador arrepentido la pena temporal por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa" (34). En la profunda experiencia de la "comuniónde los santos", que el peregrino vive en el santuario, le resultará másfácil comprender "lo mucho que cada uno puede ayudar a los demás- vivos o difuntos - para estar cada vez másíntimamente unidos al Padre celestial" (35).

Por lo que atañea la celebraciónde la Eucaristía, es preciso recordar que es el centro y el corazónde toda la vida del santuario, acontecimiento de gracia que "contiene todo el bien espiritual de la Iglesia" (36). Por esto, es conveniente que manifieste de modo especial la unidad que brota del sacramento eucarístico, reuniendo en una misma celebracióna los diversos grupos de visitantes. De igual modo, la presencia eucarística del Señor Jesúsno sólo ha de ser adorada individualmente, sino tambiénpor todos los grupos de peregrinos, con actos particulares de piedad preparados con gran esmero, como acontece de hecho en muchísimos santuarios, con la convicciónde que "la Eucaristíacontiene y expresa todas las formas de oración" (37).

Sobre todo la celebraciónde los sacramentos de la Reconciliacióny de la Eucaristíada a los santuarios una dignidad particular: "no se trata de lugares de lo marginal y lo accesorio, sino, por el contrario, de lugares de lo esencial; de lugares adonde se va para obtener "la Gracia", antes incluso que "las gracias"" (38).

12. Lugar de comunióneclesial Regenerados por la Palabra y los Sacramentos, los que han acudido al santuario de "piedras muertas" se transforman en santuario de "piedras vivas" y así pueden realizar una experiencia renovada de la comuniónde fe y santidad que es la Iglesia. En este sentido, se podríadecir que en el santuario puede nacer de nuevo la Iglesia de los hombres vivos en el Dios vivo. En élcada uno puede redescubrir el don que la creatividad del Espíritu le ha regalado para la utilidad de todos; y tambiénen el santuario cada uno puede discernir y madurar la propia vocacióny estar disponible para realizarla al servicio de los demás, especialmente en la comunidad parroquial, donde se integran las diferencias humanas y se articulan en la comunióneclesial (39). Por tanto, es preciso prestar una atenciónespecial a la pastoral vocacional y a la pastoral de la familia, "lugar privilegiado y santuario donde se desarrolla toda la aventura, grande e íntima, de cada persona humana irrepetible" (40).

La comuniónen el Espíritu Santo, realizada a travésde la comuniónen las realidades santas de la Palabra y de los Sacramentos, engendra la comuniónde los Santos, el pueblo del Dios altísimo, constituido en cuanto tal por el Espíritu Santo. De modo particular, la Virgen María, "figura de la Iglesia en el orden de la fe, del amor y de la uniónperfecta con Cristo" (41), venerada en tantos santuarios (42), ayuda a los fieles a comprender y acoger esta accióndel Espíritu Santo, que suscita la comuniónde los santos en Cristo.

La experiencia viva de la unidad de la Iglesia, que se realiza en los santuarios, puede ayudar tambiéna los peregrinos a discernir y acoger el impulso del Espíritu, que los lleva de modo especial a orar y actuar con vistas a la unidad de todos los cristianos (43). El compromiso ecuménico puede hallar en los santuarios un lugar de promociónexcepcional, puesto que en ellos se favorece la conversióndel corazóny la santidad de la vida que son "el alma de todo el movimiento ecuménico" (44), y se experimenta la gracia de la unidad donada por el Señor. Además, en el santuario puede realizarse de forma concreta la "comunicaciónen las cosas espirituales", especialmente en la oracióncomúny en el uso del lugar sagrado (45), que favorece en gran medida el camino de la unidad, cuando se realiza con el máximo respeto de los criterios establecidos por los Pastores.

Esta experiencia de Iglesia debe estar apoyada especialmente por una acogida adecuada a los peregrinos en el santuario, que tenga en cuenta lo específico de cada grupo y de cada persona, las expectativas de los corazones y sus auténticas necesidades espirituales.

En el santuario se aprende a abrir el corazóna todos, en particular a los que son distintos de nosotros: el huésped, el extranjero, el inmigrante, el refugiado, el que profesa otra religióny el no creyente. Así el santuario, ademásde presentarse como espacio de experiencia de Iglesia, se convierte en lugar de convocaciónabierta a toda la humanidad.

Es preciso destacar, en efecto, que en numerosas ocasiones, debido a tradiciones históricas y culturales, o a circunstancias favorecidas por la moderna movilidad humana, los creyentes en Cristo se encuentran en los santuarios, como compañeros de peregrinación, con hermanos miembros de otras Iglesias y comunidades eclesiales y con fieles de otras religiones. La certeza de que el designio de salvaciónlos incluye tambiéna ellos (46), el reconocimiento de la fidelidad que ellos profesan a sus propias convicciones religiosas, muchas veces ejemplar (47), y la experiencia, vivida en común, de los mismos acontecimientos de la historia, abren un horizonte nuevo y apremiante para el diálogo ecuménico y para el diálogo interreligioso, que el santuario ayuda a vivir ante el Misterio santo de Dios, que acoge a todos (48). Sin embargo, es necesario tener presente que el santuario es el lugar de encuentro con Cristo a travésde la Palabra y los Sacramentos. Por eso se debe velar continuamente para evitar toda forma posible de sincretismo. Al mismo tiempo, el santuario se presenta como signo de contradiccióncon respecto a los movimientos pseudo- espiritualistas, como por ejemplo la New Age, porque en vez de un sentimiento religioso genérico, basado en la potenciaciónexclusiva de las facultades humanas, el santuario promueve el fuerte sentido de la primacíade Dios y la necesidad de abrirse a su acciónsalvífica en Cristo para la plena realizaciónde la existencia humana.

III. El Santuario, profecíade la patria celestial 13. Signo de esperanza El santuario, memoria de que nuestro origen está en el Señor y signo de la presencia divina, es tambiénprofecíade nuestra Patria última y definitiva: el Reino de Dios, que se realizará cuando "pondré mi santuario en medio de ellos para siempre",segúnla promesa del Eterno (Ez 37,26).

El signo del santuario no sólo nos recuerda de dónde venimos y quiénes somos; tambiénabre nuestra mirada para hacernos descubrir adónde vamos, hacia qué meta se dirige nuestra peregrinaciónen la vida y en la historia. El santuario, como obra de las manos del hombre, remite a la Jerusaléncelestial, nuestra Madre, la ciudad que baja de junto a Dios, ataviada como una esposa (cf. Ap 21,2), santuario escatológico perfecto, donde la gloriosa presencia divina es directa y personal: "no vi templo alguno en ella, porque el Señor, el Dios todopoderoso, y el Cordero, son su templo" (Ap 21,22). En esa ciudad-templo ya no habrá lágrimas, ni tristeza, ni dolor, ni muerte (cf. Ap 21,4).

Así,el santuario se presenta como un signo profético de esperanza, una evocacióndel horizonte másamplio que se abre a la promesa que no defrauda. En las contradicciones de la vida, el santuario, edificio de piedra, se convierte en evocaciónde la Patria vislumbrada, aunque aúnno poseída, cuya espera, entretejida de fe y de esperanza, sostiene el camino de los discípulos de Cristo. En ese sentido, es significativo que despuésde las grandes pruebas del exilio, el pueblo elegido haya sentido la necesidad de expresar el signo de la esperanza reconstruyendo el Templo, santuario de adoracióny de alabanza. Israel hizo todos los sacrificios posibles para que fuera devuelto a sus ojos y a su corazóneste signo, que no sólo le recordara el amor de Dios que lo eligió yvive en medio de él, sino que tambiénle avivara la nostalgia de la meta última de la promesa hacia la que se dirigen los peregrinos de Dios de todos los tiempos. El acontecimiento escatológico en el cual se funda la fe de los cristianos es la reconstruccióndel templo-cuerpo del Crucificado, realizada con Su resurreccióngloriosa, prenda de nuestra esperanza (cf. 1 Co 15, 12-28).

Icono vivo de esta esperanza es sobre todo la presencia, en los santuarios, de los enfermos y de los que sufren (49). La meditaciónde la acciónsalvífica de Dios les ayuda a comprender que a travésde sus sufrimientos participan de modo privilegiado de la fuerza sanante de la redenciónrealizada en Cristo (50) y proclaman ante el mundo la victoria del Resucitado. Junto a ellos, los que los acompañan y asisten con caridad auténtica son testigos de la esperanza del Reino, inaugurado por el Señor Jesúsprecisamente a partir de los pobres y los que sufren: "Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la buena nueva" (Lc 7,22).

14. Invitacióna la alegríaLa esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5) llena el corazónde alegría(cf. Rm 15,13). En el santuario, el pueblo de Dios aprende a ser la "Iglesia de la alegría". Quien ha entrado en el misterio del santuario sabe que Dios ya está actuando en esta historia humana; que, a pesar de las tinieblas del tiempo presente, desde ahora raya el alba del tiempo que ha de venir; que el Reino de Dios está ya presente y, por esto, nuestro corazónpuede llenarse de alegría, de confianza y de esperanza, pese al dolor, la muerte, las lágrimas y la sangre que cubren la faz de la tierra. El Salmo 122, uno de los que cantaban los peregrinos en camino hacia el templo, dice: "¡Qué alegríacuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor"...".Es un testimonio que refleja los sentimientos de todos los que se dirigen al santuario, ante todo la alegríadel encuentro con los hermanos (cf. Sal 133,1).

En el santuario se celebra "la alegríadel perdón", que impulsa a "celebrar una fiesta y alegrarse" (Lc 15,32), porque "se produce alegríaante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte" (Lc 15,10). Reunidos en torno a la misma mesa de la Palabra y la Eucaristía, se experimenta la misma "alegríade la comunión" con Cristo que sintió Zaqueo cuando lo acogió en su casa "con alegría" (Lc 19,6). Ésta es la "alegríaperfecta" (Jn 15,11), que nadie podrá quitar (cf. Jn 16,23) a un corazónfiel que se ha convertido en templo vivo del Eterno, santuario de carne de la adoracióndivina en Espíritu y verdad. Con el Salmista, cada peregrino está invitado a decir: "Me acercaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría, y exultaré;te alabaré al son de la cítara, Dios, Dios mío" (Sal 43,4).

15. Llamamiento a la conversióny a la renovaciónEl signo del santuario nos atestigua que no estamos hechos para vivir y morir, sino para vivir y derrotar a la muerte con la victoria de Cristo. En consecuencia, la comunidad que celebra a su Dios en el santuario recuerda que es Iglesia peregrina hacia la Patria prometida, en estado de continua conversióny de renovación. El santuario presente no es el punto último de llegada. Experimentando en élel amor de Dios, los creyentes reconocen que no han llegado aún; al contrario, sienten mucho másfuerte la nostalgia de la Jerusaléncelestial, el deseo del cielo. Así los santuarios nos ayudan a reconocer, por una parte, la santidad de aquellos a los que estándedicados y, por otra, nuestra condiciónde pecadores que debemos comenzar cada díade nuevo la peregrinaciónhacia la gracia. De este modo, nos ayudan a descubrir que la Iglesia "es santa y está ala vez siempre necesitada de purificación" (51), porque sus miembros son pecadores.

La Palabra de Dios nos ayuda a mantener vivo este llamamiento, especialmente a travésde la crítica que hacen los profetas al santuario que se ha reducido a lugar de ritualismo vacío: "¿Quiénha solicitado de vosotros que vengáis a pisar mis atrios? No sigáis trayendo oblaciones vanas: el humo del incienso me resulta detestable. Novilunio, sábado, convocatoria: no tolero falsedad y solemnidad... Desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda" (Is 1,12-17). Sacrificio agradable a Dios es el corazóncontrito y humillado (cf. Sal 51,19-21). Como afirma Jesús: "No todo el que me diga: "Señor, Señor", entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt 7,21).

La continua conversiónes inseparable del anuncio del horizonte hacia el cual se proyecta la esperanza teologal. Cada vez que la comunidad de los creyentes se reúne en el santuario, lo hace para recordar a sí misma otro santuario: la ciudad futura, la morada de Dios que queremos comenzar a construir ya en este mundo y que no podemos dejar de desear, llenos de esperanza y conscientes de nuestros límites, comprometidos a preparar lo másposible la llegada del Reino. El misterio del santuario recuerda, pues, a la Iglesia peregrina en la tierra, su condiciónde precariedad, el hecho de que está encaminada hacia una meta másgrande, la patria futura, que llena el corazónde esperanza y paz. Este estímulo a la constante conversiónen la esperanza, este testimonio de la primacíadel Reino de Dios, del que la Iglesia es inicio y primicia, deberánpromoverse con particular esmero en la acciónpastoral de los santuarios, al servicio del crecimiento de la comunidad y de cada uno de los creyentes.

16. Símbolo del cielo nuevo y de la tierra nueva El santuario asume una importancia profética, porque es signo de la esperanza másgrande, que nos orienta hacia la meta última y definitiva, donde cada hombre será plenamente hombre, respetado y realizado segúnla justicia de Dios. Por esto, se convierte en llamamiento constante a criticar la miopíade todas las realizaciones humanas que se nos quieren presentar como absolutas. El santuario puede considerarse, por tanto, como impugnaciónde toda presunciónmundana, de cualquier dictadura política, de toda ideologíaque quiera decir todo sobre el hombre, porque nos recuerda que existe otra dimensión, la del Reino de Dios que debe llegar en su plenitud. En el santuario resuena constantemente el Magníficat, en el que la Iglesia "encuentra vencido de raízel pecado del comienzo de la historia terrena del hombre y de la mujer, el pecado de la incredulidad o de la poca fe en Dios" yen el que "Maríaproclama con fuerza la verdad no ofuscada sobre Dios: el Dios santo y todopoderoso, que desde el comienzo es la fuente de todo don, aquel que "ha hecho obras grandes"" (52).

En el santuario se testimonia la dimensiónescatológica de la fe cristiana, es decir, su tensiónhacia la plenitud del Reino. En esta dimensiónse funda y florece la vocaciónético-política de los creyentes a ser, en la historia, conciencia evangélicamente crítica de las propuestas humanas, que llama a los hombres al destino másgrande, que les impide empobrecerse en la miopíade lo que se realiza, y los obliga a actuar incesantemente como levadura (cf. Mt 13,33) con vistas a una sociedad másjusta y máshumana.

Precisamente por ser un llamamiento a otra dimensión, la del "cielo nuevo y de la tierra nueva" (Ap 21,1), el santuario estimula a vivir como fermento crítico y profético en este cielo presente y en esta tierra presente, y renueva la vocacióndel cristiano a vivir en el mundo, aun sin ser del mundo (cf. Jn 17,16). Esa vocaciónes un rechazo de las instrumentalizaciones ideológicas de cualquier tipo, y másque todo presencia estimulante al servicio de la construcciónde todo el hombre en cada hombre, segúnla voluntad del Señor.

A la luz de esto se comprende cómo una atenta acciónpastoral puede transformar los santuarios en lugares de educacióna los valores éticos, en particular la justicia, la solidaridad, la paz y la salvaguardia de la creación, para contribuir al crecimiento de la calidad de la vida para todos.

Conclusión17. Convergencia de esfuerzos El santuario no es sólo una obra humana, sino tambiénun signo visible de la presencia del Dios invisible. Por esto, se exige una oportuna convergencia de esfuerzos y una adecuada conciencia de las funciones y de las responsabilidades de los protagonistas de la pastoral de los santuarios, precisamente para favorecer el pleno reconocimiento y la acogida fecunda del don que el Señor hace a su pueblo a travésde cada santuario.

El santuario presta un valioso servicio a las Iglesias particulares, sobre todo cuidando de la proclamaciónde la Palabra de Dios y la celebraciónde los sacramentos de la Reconciliacióny de la Eucaristía(53). Este servicio expresa y vivifica los vínculos históricos y espirituales que los santuarios tienen con las Iglesias en las que han surgido, y exige la plena inserciónde la acciónpastoral realizada por el santuario en la pastoral de los Obispos, con particular atencióna lo que másatañeal "carisma" del lugar y al bien espiritual de los fieles que acuden a élen peregrinación.

Bajo la guíadel Obispo o de la Conferencia Episcopal, segúnlos casos, los santuarios definen su identidad pastoral específica y su estructura organizativa, que debe expresarse en sus propios estatutos (54). Por lo demás, esta participaciónde los santuarios en la pastoral diocesana requiere que se atienda a la preparaciónespecífica de las personas y de las comunidades que deberánencargarse de ella.

Es igualmente importante promover la colaboracióny el asociacionismo entre los santuarios, especialmente entre aquellos de una misma área geográfica y cultural, y la coordinaciónde su acciónpastoral con la accióndel turismo y de la movilidad en general. La multiplicaciónde iniciativas en ese sentido - desde congresos a nivel mundial hasta encuentros continentales y nacionales (55) - ha puesto de relieve la creciente afluencia a los santuarios, ha estimulado la toma de conciencia de nuevas urgencias y ha favorecido nuevas respuestas pastorales a los nuevos desafíos de los lugares y de los tiempos.

El "misterio del Templo" ofrece, por tanto, una riqueza de estímulos que se han de meditar y hacer fructificar con la acción. En cuanto memoria de nuestro origen, el santuario recuerda la iniciativa de Dios y ayuda al peregrino a acogerla con sentimientos de asombro, gratitud y compromiso. En cuanto lugar de la Presencia divina, testimonia la fidelidad de Dios y Su acciónincesante en medio de Su pueblo, mediante la Palabra y los Sacramentos. En cuanto Profecía, o sea, evocaciónde la patria celestial, recuerda que no todo está cumplido, y debe aúncumplirse en plenitud segúnla promesa de Dios hacia la cual nos encaminamos; precisamente, al mostrar la relatividad de todo lo que es penúltimo con respecto a la última Patria, el santuario ayuda a descubrir a Cristo como Templo nuevo de la humanidad reconciliada con Dios.

Teniendo presentes estas tres dimensiones teológicas del santuario, la pastoral de los santuarios deberá promover la continua renovaciónde la vida espiritual y del compromiso eclesial, con una intensa vigilancia crítica frente a todas las culturas y las realizaciones humanas, pero tambiéncon un espíritu de colaboración, abierto a las exigencias del diálogo ecuménico e interreligioso.

18. María, santuario vivo La Virgen Maríaes el santuario vivo del Verbo de Dios, el Arca de la alianza nueva y eterna. En efecto, el relato del anuncio del ángel a Maríaestá modelado por Lucas, mediante un fino contrapunto, con las imágenes de la tienda del encuentro con Dios en el Sinaí ydel templo de Sión. Así como la nube cubríaal pueblo de Dios en marcha hacia el desierto (cf. Nm 10,34; Dt 33,12; Sal 91,4), y así como esa misma nube, signo del misterio divino presente en medio de Israel, se cerníasobre el Arca de la alianza (cf. Ex 40,35), asimismo ahora la sombra del Altísimo envuelve y penetra el tabernáculo de la nueva alianza que es el seno de María(cf. Lc 1,35).

Másaún, el evangelista Lucas relaciona sutilmente las palabras del ángel con el canto que el profeta Sofonías eleva a la presencia de Dios en Sión. El ángel dice a María: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo... No temas, María... vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo..." (Lc 1,28-31). El profeta dice a Sión: "Alégrate, hija de Sión, el rey de Israel, el Señor está en tu seno. No temas, Sión... El Señor, tu Dios, está en tu seno, el Poderoso te salvará" (So 3,14-17). En el "seno" (be qereb) de la hija de Sión, símbolo de Jerusalén, sede del templo, se manifiesta la presencia de Dios con su pueblo; en el seno de la nueva hija de Siónel Señor establece su templo perfecto para una comuniónplena con la humanidad a travésde su Hijo, Jesucristo.

El tema se propone nuevamente en la escena de la visitaciónde Maríaa Isabel. La pregunta que Isabel dirige a la futura madre de Jesústiene un gran contenido alusivo: "¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lc 1,43). Esas palabras, en efecto, remiten a las de David frente al Arca del Señor: "¿Cómo va a venir a mí el Arca de Yahveh?" (2 S 6,9). Maríaes, pues, la nueva Arca de la presencia del Señor: cabe destacar que aquí,por primera vez en el evangelio de Lucas, aparece el título Kyrios, "Señor",aplicado a Cristo, el título que en la Biblia griega traducíael nombre sagrado de Dios Jhwh. Así como el Arca del Señor permaneció tres meses en la casa de Obed Edom, llenándola de bendiciones (cf 2 S 6,11), tambiénMaría, el Arca viva de Dios, permaneció tres meses en la casa de Isabel con su presencia santificante (cf. Lc 1,56).

Es iluminativa, a este respecto, la afirmaciónde san Ambrosio: "Maríaera el templo de Dios, no el Dios del templo, y por eso es preciso adorar solamente a Aquel que actuaba en el templo" (56). Por este motivo, "la Iglesia, a lo largo de toda su vida, mantiene con la Madre de Dios un vínculo que comprende, en el misterio salvífico, el pasado, el presente y el futuro, y la venera como madre espiritual de la humanidad y abogada de gracia" (57), como lo demuestra la presencia de los numerosos santuarios marianos esparcidos por el mundo (58), que constituyen un auténtico "Magníficat misionero" (59).

En los múltiples santuarios marianos, afirma el Santo Padre, "no sólo los individuos o grupos locales, sino a veces naciones enteras y continentes buscan el encuentro con la Madre del Señor, con la que es bienaventurada porque ha creído; es la primera entre los creyentes y por esto se ha convertido en Madre del Emmanuel. Éste es el mensaje de la tierra de Palestina, patria espiritual de todos los cristianos, al ser patria del Salvador del mundo y de su Madre.

Éste es el mensaje de tantos templos que en Roma y en el mundo entero la fe cristiana ha levantado a lo largo de los siglos. Éste es el mensaje de los centros como Guadalupe, Lourdes, Fátima y de los otros diseminados en las distintas naciones, entre los que no puedo dejar de citar el de mi tierra natal, Jasna Góra. Tal vez se podríahablar de una específica "geografía" de la fe y de la piedad mariana, que abarca todos estos lugares de especial peregrinacióndel pueblo de Dios, el cual busca el encuentro con la Madre de Dios para hallar, en el ámbito de la materna presencia de "la que ha creído", la consolidaciónde la propia fe" (60).

Con este fin, los responsables de la pastoral de los santuarios han de velar, con atenciónconstante, para que las diversas expresiones de la piedad mariana se integren en la vida litúrgica, que es el centro y la definicióndel santuario.

Al acercarse a María, el peregrino debe sentirse llamado a vivir la "dimensiónpascual" (61) que gradualmente transforma su vida mediante la acogida a la Palabra, la celebraciónde los sacramentos y el compromiso en favor de los hermanos.

El encuentro comunitario y personal con María, "estrella de la evangelización" (62), impulsará alos peregrinos, como animó alos Apóstoles, a anunciar con la palabra y el testimonio de vida "las maravillas de Dios" (Hch 2,11).

Ciudad del Vaticano, 8 de mayo de 1999

Arzobispo Stephen Fumio Hamao Presidente

Arzobispo Francesco Gioia Secretario

1)Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, La peregrinaciónen el Gran Jubileo del año2000 (11.4.1998), 32; el texto remite a Ex 27,21; 29,4.10-11.30.32.42.44.

2) Cf. el documento citado del Pontificio Consejo y el de la Conferencia Episcopal Italiana: "Venite, saliamo sul monte del Signore" (Is 2,3). Il pellegrinaggio alle soglie del terzo millennio (29.6.1998).

3) Código de Derecho Canónico, c. 1230.

4) Ib., c. 1234, § 1.

5) Juan Pablo II, Homilíaa los fieles de Corrientes, Argentina (9.4.1987): L'Osservatore Romano, ediciónen lengua española (3.5.1987), 6.

6) Juan Pablo II, Ángelus (12.7.1992): L'Osservatore Romano, ediciónen lengua española (17.7.1992), p.1. 7) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 6.

8) Todos los santuarios que Israel tuvo (Siquem, Betel, Berseba y Silo) estánvinculados a la historia de los patriarcas y son memoriales del encuentro con el Dios vivo.

9) Epist. 3,1: Sources Chrétiennes 363,124.

10) Ib., 3,2: SCh 363,126.

11) En los santuarios es posible "encender en todo hogar el fuego del amor divino",como afirma Teodoreto de Ciro a propósito de la iglesia edificada en honor de Santa Tecla (Historia Religiosa, 29,7: SCh 257,239. 12) S. Agustín, Carta a Proba, 130,8,15.

13) S. Agustín, Comentario a la carta de San Juan, IX,9.

14) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 65.

15) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Sacrosanctum Concilium, 111.

16) Cf. Juan Pablo II, Homilíaen el santuario de Belém, Brasil (8.7.1980).

17) El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda: "Los santuarios son, para los peregrinos en busca de fuentes vivas, lugares excepcionales para vivir en comunióncon la Iglesia las formas de la oracióncristiana" (2691).

18) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 54 y 65.

19) Pseudo Eusebio de Alejandría, Sermón16: PG 86,416.

20) Juan Pablo II, en la Carta apostólica Dies Domini (31.5.1998), afirma: "Se recuperan tambiénexpresiones antiguas de la religiosidad, como la peregrinación, y los fieles aprovechan el reposo dominical para acudir a los santuarios donde poder transcurrir, preferiblemente con toda la familia, algunas horas de una experiencia másintensa de fe. Son momentos de gracia que es preciso alimentar con una adecuada evangelizacióny orientar con auténtico tacto pastoral" (52).

21) Pensemos tambiénen los Salmos de las subidas al templo de Jerusalény en la imagen del Dios protector de Israel que ellos ofrecen (cf. en particular los Salmos 121 y 127).

22) Gregorio de Nisa escribe: "Dondequiera que estés, Dios vendrá ati, si la morada de tu alma se encuentra preparada para que el Señor pueda habitar en ti" (Epistula 2,16: SCh 363,121).

23) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 6.

24) Pablo VI, Exhortaciónapostólica Evangelii nuntiandi (8.12.1975), 48.

25) Cf. Juan Pablo II, Homilíaen el santuario de Zapopan, México, (30.1.1979).

26) Cf. ComisiónTeológica Internacional, Documento Fides et inculturatio (1987), III, 2-7.

27) Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Camina hacia el esplendor, el Señor camina contigo. Actas del Primer Congreso Mundial de la Pastoral de los Santuarios y Peregrinaciones (Roma, 26-29.2.1992), Documento final, 8, p.240.

28) La peregrinaciónen el Gran Jubileo del año2000, o.c., 34.

29) Juan Pablo II, Mensaje con ocasióndel 50· aniversario de la OrganizaciónCatólica Internacional del Cine (31.10.1978): L'Osservatore Romano, ediciónen lengua española (22.4.1979), p.14.

30) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Presbyterorum ordinis, 4.

31) Juan Pablo II, Carta encíclica Dives in misericordia (30.11.1980), 1.

32) Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptor hominis (4.3.1979), 20.

33) Para las líneas fundamentales con respecto a la catequesis y a la celebracióndel sacramento de la Reconciliación, cf. Juan Pablo II, Exhortaciónapostólica postsinodal Reconciliatio et poenitentia (2.12.1984). 34) Juan Pablo II, Bula de convocacióndel Gran Jubileo del año2000 Incarnationis mysterium (29.11.1998), 9.

35) Ib., 10. Cf. Pablo VI, Constituciónapostólica Indulgentiarum doctrina (1.1.1967).

36) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Presbyterorum ordinis, 5.

37) Catecismo de la Iglesia católica, 2643; cf. Pablo VI, Carta encíclica Mysterium fidei (3.9.1965); Congregaciónpar el Culto Divino, InstrucciónInaestimabile donum (3.4.1980).

38) Juan Pablo II, Carta al Arzobispo Pasquale Macchi con ocasióndel VII Centenario del Santuario de la Santa Casa de Loreto (15.8.1993), 7: cf. L'Osservatore Romano, ediciónen lengua española (24.9.1993), p.7. 39) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 10.

40) Juan Pablo II, Discurso durante la audiencia general (3.1.1979): L'Osservatore Romano, ediciónen lengua española (7.1.1979), p.4; cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 11.

41) Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 63.

42) Juan Pablo II afirma: "Los santuarios marianos son como la casa de la Madre, lugares para detenerse y descansar en el largo camino que lleva a Cristo; son hogares donde, mediante la fe sencilla y humilde de los "pobres de espíritu" (cf. Mt 5,3), se vuelve a tomar contacto con las grandes riquezas que Cristo ha confiado y dado a la Iglesia, especialmente los sacramentos, la gracia, la misericordia, la caridad para con los hermanos que sufren y los enfermos" (Ángelus, 21.6.1987): L'Osservatore Romano, ediciónen lengua española (28.6.1987), p.1.

43) Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio, 4.

44) Ib.,8.

45) Pontificio Consejo para la Promociónde la Unidad de los Cristianos, Directorio para la Aplicaciónde los Principios y Normas sobre el Ecumenismo (25.3.1993), 29 y 103.

46) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 16.

47) Cf. Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptor hominis (4.3.1979), 6.

48) Cf. Juan Pablo II, Carta apostólica Tertio millennio adveniente (10.11.1994), 52-53.

49) Cf. Juan Pablo II, Homilíaen la misa para los enfermos en la basílica de San Pedro (11.2.1990).

50) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 41; Juan Pablo II, Carta apostólica Salvifici doloris (11.2.1984).

51) Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 8; cf. Decr. Unitatis redintegratio, 6-7.

52) Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris Mater (25.3.1987), 37.

53) Al contrario, es pastoralmente conveniente que los sacramentos del bautismo, la confirmacióny el matrimonio se celebren en las parroquias de residencia, ayudando a los fieles a captar el significado comunitario de estos sacramentos; cf. Juan Pablo II, Exhortaciónapostólica Christifideles laici (30.12.1988), 26.

54) Código de Derecho Canónico, c. 1232. En ese sentido, la Conferencia Episcopal Francesa, por ejemplo, ha elaborado una Carta de los Santuarios.

55) El Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes trabaja en esta dirección, como lo demuestra la organizaciónde los dos Congresos Mundiales (Roma, 26-29.2.1992, y Éfeso, Turquía, 4- 7.5.1998) y de los dos celebrados a nivel regional (Máriapócs, Hungría, 2-4.9.1986, y Pompeya, Italia, 17- 21.10.1998); cf. respectivas Actas.

56) De Spiritu Sancto III, 11, 80.

57) Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris Mater (25.3.1987), 47.

58) Juan Pablo II recuerda: "Sé perfectamente que cada pueblo, cada paísy tambiéncada diócesis tiene sus lugares santos en los que late el corazónde todo el pueblo de Dios de manera, podríamos decir, másviva; lugares de encuentro especial entre Dios y los seres humanos; sitios en que Cristo mora de modo particular entre nosotros. Si estos lugares estándedicados con tanta frecuencia a su Madre, ello nos revela la naturaleza de su Iglesia en plenitud total",Homilíaen el santuario de Knock, Irlanda, (30.9.1979): L'Osservatore Romano, ediciónen lengua española (7.10.1979), p. 13.

59) Juan Pablo II, Mensaje al III Congreso Misionero Latinoamericano, Bogotá (6.7.1987).

60) Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris Mater (25.3.1987), 28.

61) Congregaciónpara el Culto Divino, Carta circular a los Presidentes de las Comisiones Litúrgicas nacionales Orientaciones y propuestas para la celebracióndel Añomariano (3.4.1987), 78: Notitiae 23 (1987), p. 386.

62) Pablo VI, Exhortaciónapostólica Evangelii nuntiandi (8.12.1975), 82.