El Estado ético (según la filosofía de Hegel)
P. Paolo Scarafoni, L.C.,

Magnífico Rector del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

"El Estado es la substancia ética consciente de sí misma, la reunión del principio de la familia y la sociedad civil" (Enciclopedia delle scienze filosofiche, § 535).

"Las leyes expresan las determinaciones del contenido de la libertad objetiva" (ibid., § 538).

"En cuanto espíritu vivo, el Estado es como una totalidad organizada que se distingue en actividades particulares; éstas, procediendo de un único concepto de la voluntad racional, producen perennemente el resultato de esta organización. (...) La constitución es la estructuración del poder del Estado (...). La constitución es la justicia existente, como realidad de la libertad en el desarrollo de todas sus determinaciones racionales" (ibid., § 539).

Estas expresiones de Hegel sintetizan su pensamiento sobre el Estado y la ley. El Estado es el único ente que, por medio de la formulación de la ley y el ejercicio del poder, expresa la plenitud de la racionalidad y la libre voluntad. Las personas, las familias y la comunidad religiosa están totalmente subordinadas a la ley y el poder del Estado. La aplicación de las teorías de Hegel hasta sus últimas consecuencias ha llevado, en el siglo pasado, a los abusos de los totalitarismos del nazismo y el comunismo, a los campos de concentración, a las limpiezas étnicas, a la selección genética, a la eliminación de la religión de toda forma de vida pública.

Hegel no fue el primero en formular la teoría del totalitarismo del Estado. Ya en el mundo griego se encuentran estos principios, a menudo en oposición a la primacía de la persona, la familia y la comunidad religiosa. En la Biblia, en el libro del Éxodo, las parteras temerosas de Dios y aun la hija del faraón, no aplicaron la disposición del faraón de matar a todos los niños varones judíos, y salvaron así la vida a Moisés. En el primer libro de las Crónicas, el rey David quiso hacer un censo de las familias y del pueblo, para poder disponer de ellos, y fue castigado severamente por Dios en el pueblo mismo.

La primacía de la persona, la familia y la comunidad religiosa respecto del Estado se configura como primacía de la ley natural sobre la ley positiva; al legislar, ésta debe tener como referencia la primera y garantizar la dignidad y la libertad de las personas, la familia y las Iglesias.

La libertad religiosa y de la Iglesia es la referencia última y la garantía de la dignidad y el respeto de los derechos del hombre.

A través de la afirmación incondicionada de la ley positiva, el concepto totalitario del Estado aflora de manera sutil también en el sistema democrático. Los parlamentos aprueban por mayoría el homicidio de niños, de ancianos y enfermos, la manipulación genética, la gestión del cuerpo humano, la vida sexual, las uniones homosexuales. Una suerte de insistencia explícita al legislar contra la familia tradicional, la inviolabilidad de la persona y la vida humana, la libertad de la Iglesia, disimula la intención de afirmar el dominio total sobre el hombre.

El ejercicio del poder es exigido hoy por entes supranacionales y grupos económicos y pertenecientes al mundo de las comunicaciones internacionales, quienes a menudo lograr influir también sobre las legislaciones nacionales y locales, logrando, de esa manera, alcanzar sus objetivos.